Archivo mensual: junio 2012

Cuatrocuentos #18

Con textos de Edmundo Paz Soldán (Bolivia), Mariana Docampo (Argentina), Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela) y  Patricio Pron (Argentina). Además, Eduardo Muslip recomienda «Cielos de Córdoba», de Federico Falco (Argentina).

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Edmundo Paz Soldán: «Los otros»

 

A la memoria de Ph. K.

Fran se encontraba en su habitación cuando escuchó a su mamá llamándolo a gritos a almorzar. Suspiró: hubiese querido continuar recreando, tirado en el piso con sus ejércitos de plomo, la batalla de las Termópilas. Le había tomado unos meses informarse de los pormenores de la batalla y proveerse de los mapas adecuados. Había estado encerrado allí toda la mañana, no fue al colegio pretextando un resfrío; y era la libertad estar en sus pijamas azules y perderse en su mundo de juegos de estrategia, soldados que caían, generales que vacilaban, columnas en formación que incendiaban villorrios. Intentó ignorar los gritos, pero no por mucho rato. Sigue leyendo

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Mariana Docampo: «Lucerna» (fragmento)

Stadtplan 2012

En Lucerna estuvo una vez.  Ella tenía un dolor fuerte en uno de sus pies.  Casi no podía caminar.  Después, el dolor subió por la pierna y llegó a la cintura. A partir de allí, trepó a la cadera, como una raíz en expansión, y tomó la espalda. Sintió que una fuerza, semejante a la caída del agua en el centro de una catarata, la empujaba hacia abajo.  Todo el resto del cuerpo: los miembros superiores, la cabeza, el cuello, sufrieron el aplastamiento.  El dolor se agudizó en su esfuerzo por mantenerse erguida y dar los pasos que faltaban hasta el puente, o caer en el suelo, y quedarse allí comprimida por la presión. Sigue leyendo

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Juan Carlos Méndez Guédez: «Los colores de Junio»

                                                                                                         

1) Adivinó en la tele un resplandor desconocido; un destello; una textura que flotó en su mirada igual que un mareo. La mujer saludó con la mano: la mujer de irrepetibles ojos verdes: la mujer de piel canela. Y entonces su madre y sus hermanas señalaron detrás de la muchacha. Mauro abrió los ojos. A él también le pareció familiar esa silueta: el policía metropolitano con casco blanco, delgado bigote y ceño fruncido que cuidaba a la Miss Venezuela se parecía mucho a su padre. Sigue leyendo

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Patricio Pron: «Es el realismo»*

París, insistamos, es un gobierno. Un gobierno que no tiene ni jueces, ni alguaciles, ni embajadores; es la infiltración, o sea, la omnipotencia. Cae gota a gota sobre la especie humana y la agujerea.

Victor Hugo
Paris Guide (1867)

Muy tarde para gozar de la indulgencia con la que ciertas personas crédulas obsequian a la juventud, P lleva adelante una pequeña broma personal: dice que se encuentra en un sitio ―digamos, Berlín― pero en realidad se halla en otro, por ejemplo, Roma. Se trata de una época en la que P viaja mucho y las noticias sobre su paradero se multiplican, superponiéndose al ser repetidas por los destinatarios de su correspondencia, hasta que sucede lo que P desea, esto es, que la multiplicación y la incongruencia de las informaciones sobre su persona tienen como paradójico resultado su desaparición, Sigue leyendo

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